Hace cuarenta años que salí de Chile y para conmemorar esa fecha dejo este poema inspirado en la Noche de San Juan y al final dejo un vídeo de un poema que fue musicalizado hace muchos años por el grupo de música andina -Haravicu.
24 de junio de 1975
Un 24 de junio
no encendí ninguna hoguera.
Hombres uniformados
ya se habían encargado
de alimentar el fuego con libros,
de atizarlo con odio.
No salté por las llamas,
sobrevolé las nubes,
me despedí de la cordillera,
rumbo a un nuevo hogar.
No me sumergí en las olas,
ya sobraban cuerpos flotando
en las sucias aguas de un río,
cuyo nombre,
prefiero omitir.
No me lavé las lágrimas del rostro,
ni quise mirarme en un espejo,
ni escribir promesas en un tronco,
me marché para no regresar jamás.
Un 24 de junio
mi padre se sumió en las cenizas
de un ayer que nunca pudo recuperar.
Mi madre dejó de hilvanar sueños,
y se rindió al cáncer,
sin poder luchar hasta el final.
Y yo sigo cruzando fronteras,
y garabateando versos,
en busca de la magia,
que exorcice ese pasado
que siempre me acompañará.
Silvia Cuevas-Morales
24 de junio de 1975
Un 24 de junio
no encendí ninguna hoguera.
Hombres uniformados
ya se habían encargado
de alimentar el fuego con libros,
de atizarlo con odio.
No salté por las llamas,
sobrevolé las nubes,
me despedí de la cordillera,
rumbo a un nuevo hogar.
No me sumergí en las olas,
ya sobraban cuerpos flotando
en las sucias aguas de un río,
cuyo nombre,
prefiero omitir.
No me lavé las lágrimas del rostro,
ni quise mirarme en un espejo,
ni escribir promesas en un tronco,
me marché para no regresar jamás.
Un 24 de junio
mi padre se sumió en las cenizas
de un ayer que nunca pudo recuperar.
Mi madre dejó de hilvanar sueños,
y se rindió al cáncer,
sin poder luchar hasta el final.
Y yo sigo cruzando fronteras,
y garabateando versos,
en busca de la magia,
que exorcice ese pasado
que siempre me acompañará.
Silvia Cuevas-Morales