Este año he tenido la fortuna de ser invitada a participar en el IX Festival Internacional de Poesía a celebrarse en San Salvador. Festival organizado por la Fundación Poetas de El Salvador, que se llevará a cabo entre el 4 y 8 de octubre. El festival se realizará mediante una serie de recitales para diversos públicos que tendrán su sede principal en la capital pero que también contarán con presentaciones simultáneas en otras ciudades.
Durante mi estadía podré compartir escenarios con poetas de varios países hermanos como Argentina: Cristian Claudio Lasadey; Bolivia: Rina Tapia de Guzmán; Canadá: Jorge Etcheverry y Francoise Roy; Colombia: Inés Blanco y Manuel Tiberio Rodríguez; Costa Rica: Mauricio Vargas Ortega y Florencio Quesada; Cuba: Esther Trujillo García; Dinamarca: Niels Hav; El Salvador: Rafael Menjívar Ochoa; Guatemala: Silvia Pérez Cruz y Manuel Arriola; Honduras: Waldina Mejía Medina; Italia: Francesco Manna; México: Roberto Fernández Iglesias; Nicaragua: Jimmy Javier Obando; Panamá: Salvador Medina Barahona; Perú: Helmut Jeri-Pabón; Puerto Rico: Marco Rodríguez-Frese y Edgardo López Ferrer; Rusia: Sofía Faddaeva; Suecia: Henrik Nilsson; Venezuela: Luis Ernesto Gómez e Israel Colina; y U.S.A.: Bessy Reyna.
Desde aquí mis más sinceros agradecimientos a la Fundación Poetas de El Salvador y en especial, a Jorge Antonio Orellana, Jefe de Comunicaciones de la Alcaldía Municipal de San Salvador, por su amabilidad, profesionalidad y sobre todo, por haberse ocupado de cada detalle con esmero y gran cariño. Ya les contaré cómo fue la experiencia cuando regrese. Pero mientras tanto les dejo con un poema de Claudia Lars, con el que me identifico en gran medida.
No supe escoger la tierra
de mi canto, en muchos años.
Dos tierras de honda presencia
eran misterio y regalo.
La dos llevaba en la sangre.
Las dos juntaba en mi abrazo.
Un doble amor recogía
sus paisajes encontrados:
a la derecha palmeras
en galope de penachos;
a la izquierda vientos grises
sobre desvelo de barcos.
Aquí, las playas de sol...
Allá, los ríos helados...
Del sur llegaban abejas
siguiendo el polen del nardo;
nostalgias indefinidas
y una inclinación de llanto.
Del norte, choque de espumas
y rosales de relámpagos;
humo de hoguera y de pipa,
islas dulces y sargazos.
No supe escoger la tierra
de mi canto, en muchos años.
Hoy sé que tiene caminos
que cruzan hombres descalzos;
volcanes de azules pliegues,
techos de paja en el llano,
tapiz de yedras y nidos
en la pared del barranco;
agua profunda meciendo
niños de nube y lagartos;
un gran esfuerzo en cadenas
y un gemido prolongado...
Absorta sobre lo mío
al fin escogí, despacio,
la tierra de amor completo
que ha de cerrarme los párpados.
Pero mi canto del norte
-por los muertos empujados-
sigue rumbos de cometa,
sigue vaivenes de barco.
Claudia Lars, Romances de Norte y Sur
Y una canción que descubrí hace muchos años, cuando vivía en Melbourne y celebrábamos el triunfo de la revolución sandinista de 1990. “Dale salvadoreño”, en voz del cantante venezolano, Ali Primera.