Estos días ha resultado difícil mantenerse ajena al mundial de fútbol que está por concluir. El miércoles la selección española pasó a las finales. Comparto una breve carta que escribí esa noche y que envié a la sección de Cartas al Director, del periódico Público, y que hoy publicaron. También aprovecho para animar a todo el mundo a que compren este periódico, por ser uno de los pocos que, desde sus inicios, no acepta anuncios de prostitución.
A la integración ciudadana por la emoción del fútbol
No suelo seguir el fútbol, pero hoy me emocioné con el partido de semifinales. Ganó España y, en mi barrio de Lavapiés, en Madrid, al final del partido las calles se llenaron de colores y ritmos de tambores africanos. Hombres y mujeres de diversos países coreaban "España, España" y hacían sonar sus trompetas celebrando el triunfo de su tierra adoptiva.
Hoy no tenían que esconderse de las redadas policiales tan comunes en nuestro barrio, hoy nadie les pidió sus papeles y pudieron sentirse libres para gozar del momento.
¡Eres sensacional informando!
ResponderEliminarEstás a la última y aprovechas
cualquier ocasión para aportar
tu enorme “granito de arena”
a favor de un mundo mejor.
qué guapa la carta que mandaste, me encanta y refleja la realidad tal cual, gracias por tu escrito, un besín.
ResponderEliminar¡Bravo, Silvia, por corear a esos coristas! Y por tu sensibilidad hacia los asediados. Y por engrandecer nuestro horizonte humano. Me siento orgullosa de ser tu amiga.
ResponderEliminarSomos parte de esa alegría, como compartimos momentos tristes. Hoy toca festejar. Y me has dado una buen idea, de escribir lo de mañana desde Lavapies.
ResponderEliminarEl deporte une mucho. Y es muy significativo que, como cuentas, las diferencias culturales y sociales, así como las putadas que les gasta la policía a diario, no haya impedido que muchos inmigrantes se sintieran unidos a la roja. Recuerdo aquel viejo dicho: "No se es de donde se nace, sino de donde se pace". Saludos cordiales.
ResponderEliminarTuve el privilegio de vivir el Madrid-Barça de la pasada liga en una pequeña "casa-cine" de Sierra Leona. Éramos unas 100 personas apretujadas en dos habitaciones, sentadas en bancos de madera y sin perder detalle de todo lo que sucedía en dos pequeños televisores. Yo era la única blanca, opotto para ellos, todo lo demás cuerpos negros esculturales que se quitaron la camiseta para sudar a gusto mientras animaban sin cesar, pues el calor en esa caja de cerillas era mareante. Al terminar el partido, salimos todos contentos, en apretones y en desorden, cantando los sierra leoneses oeoeoeoeoeoeooe y celebrando la victoria del Barça con grandes abrazos. No intentaban integrarse en ningún lado, pues son perpetuos excluídos del mundo y lo saben, pero ya fuera por el poder del fútbol o del business, con extrema facilidad y sencillez, fueron capaces de ir más allá de políticas y fronteras, que también desconocen, para vivir como hacen siempre en la emoción y el sentimiento.
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