Hoy, 20 de marzo, se cumplen 10 años de la invasión de Irak, entre el jueves 20 de marzo
y el jueves 1 de mayo de 2003, llevada a cabo por una coalición de países encabezada por los Estados Unidos, marcando el inicio de la Guerra de Irak.
Según el Presidente de los
Estados Unidos, el asesino George W. Bush, las razones para la invasión
eran "desarmar a Irak de armas de destrucción masiva" - Las cuales, nunca llegaron a encontrarse,
ni su existencia quedar demostrada-, poner fin al (supuesto) apoyo brindado por Saddam Hussein al terrorismo, y lograr la "libertad" del pueblo
iraquí...
Comparto este poema que escribí en aquel entonces.
Al valiente pueblo de
Irak
Pena, pena
por los niños que empuñan
un arma
habiendo perdido su
inocencia
Dolor, dolor
por las mujeres
que sostienen la mirada
de su hijo hambriento
Rabia, rabia
ante el águila yanqui
que prepara sus máquinas
asesinas
que otra vez sembrarán el
terror
La guerra del Golfo no les
bastó
Vietnam, nada les enseñó
Hiroshima...
¿Acaso se les olvidó?
“Debemos combatir al
tirano
debemos oponernos al
dictador”
¿Y Franco?
¿Pinochet?
¿Videla?
¿Idi Amin?
¿Sharon?
El vocablo “libertad”
sus labios jamás cruzó
Pena, dolor, rabia
ante Bush, Aznar y Blair
otro cobarde y fiel
servidor
El imperio otra vez
amenaza
con manchar de sangre
nuestra ilusión
Nuestro anhelo de una vida
en paz
sin ánimo de destrucción.
Pena,
angustia
por un pueblo que se
prepara para lo peor
Dolor dolor
por las víctimas inocentes
que en nombre de la
“democracia”
ven como el imperialismo
otra vez nos conduce
a un reino de horror
ResponderEliminarCambian los tiempos.
Cambian los nombres
de víctimas y verdugos.
Cambian los actores
y los decorados...
valles, montañas,
desiertos y vergeles,
todo arrasado,
todos arrasados.
Incluso puede que cambien
los métodos viles, sucios,
denigrantes...
con los que se asesina,
con los que se destruye a un pueblo
y a sus pobladores.
Pero no cambia el odio,
la sed de sangre ajena,
de corazón inocente,
de mente cándida.
No cambia
el hambre atroz de carne y alma
de seres humanos,
iguales que el padre y la madre
del verdugo,
semejantes a los hijos y hermanos
de los asesinos.
Cuánta pena,
cuantísimo dolor
ocasionado por un puñado de dolares,
de rublos, euros, yenes, pesos, pesetas,
dirhams...monedas, metal.
Vil metal
que violenta, viola, mata...
Nunca aprenderemos,
siempre la misma Historia
de horror y de horrorizados
ante la impasibilidad
de tantas y tantas miradas culpables,
de demasiadas bocas calladas.
El Hombre contra el Hombre.
El lobo hombre
devorando al hombre oveja.
Hoy cristiano, mañana musulmán,
al otro hebreo y después incluso al ateo.
Raza maldita,
maldita de un dios sin dios,
de un dios que no existe,
porque si existiera no habría perdón posible
para quien tenido como todopoderoso
esto permite,
a esto asiste imperturbable ante tanto dolor.
Dolor del Hombre,
dolor mío,
tuyo,
de ese,
de aquel,
de todos.
Dolor humano.
Perdón, me extendí mucho. Este poecomentario que te dejo aquí también me lo guardo para ponerlo cualquier día por esos mundos.
Saludos, Silvia.
Fue un placer leerte.
Tomás.
Hola Tomás, gracias por tu aportación. Déjame un enlace a tu blog y así nos conocemos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Silvia
Pena, dolor, impotencia y rabia cuando pasan los años y nada cambia. Ayer vi una película, que retrata, una vez más, el salvajismo al que puede llegar el hombre cuando se le ofrece la excusa de la guerra; "Las Flores de la Guerra", la película más cara del cine chino que retrata la barbarie de los japoneses en la seguna guerra mundial. Tremendamente dura, pero necesaria para no olvidar. Un abrazo mi querida Silvia
ResponderEliminarGracias querida Rosa por asomarte por mi blog y dejar tu comentario. Y sí, parece que nunca aprenderemos pero a los señores de la guerra les interesa seguir haciendo negocio a costa de tanto sufrimiento.
ResponderEliminarUn beso.