Reconozco que soy una mitómana... a lo largo de mi vida he admirado a muchas mujeres que han destacado en diversos campos y escribo estas líneas con la euforia aún presente, tras haber asistido a una conferencia entrañable de la mítica autora y pensadora Kate Millett. Para mí, como para tantas feministas, Kate representa a una de las mujeres más originales y radicales del feminismo de la segunda ola. Una persona tan inteligente e irreverente como otras heroínas del feminismo radical: Valerie Solanas, Andrea Dworkin, y la recientemente fallecida Mary Daly.
Junto a un grupo de amigas llegamos al Instituto de la Mujer de Madrid donde se impartiría la conferencia, con una hora y media de antelación. No nos queríamos arriesgar a quedarnos fuera del auditorio. La emoción que sentíamos era comparable a la de las adolescentes que acuden a un concierto de su estrella de rock favorita. Las cuatro que íbamos, María José y Yahui, de Ciudad de Mujeres, y mi compañera Elvira, reíamos y charlábamos con cierto nerviosismo y alegría. En breve escucharíamos a ese gran icono del feminismo, autora de libros como Política Sexual (Sexual Politics, 1970), The prostitucion Papers (Papeles sobre la prostitución, 1973), En pleno vuelo (Flying, 1974), la novela Sita (1977, que he traducido y que busca editorial que la edite), Going to Irán (En Irán, 1979), The Basement: Meditations on Human Sacrifice ( El Sótano: meditaciones sobre el sacrificio humano, 1979), The Loony-Bin Trip (El viaje al manicomio, 1990), The Politics of Cruelty (Políticas de la crueldad, 1994), A.D.: A Memoir (A.D.: Una Memoria, 1995), y Mother Millett (Madre Millett, 2002).
Foto de Yahui (Ciudad de Mujeres)Los técnicos del sonido y de la traducción simultánea no nos querían dejar entrar en la sala, pero las mujeres, y algunos hombres, seguían llegando. A pesar de no dejarnos acceder al auditorio las feministas somos insumisas, y nos fuimos colando para dejar nuestros abrigos o bolsos en las sillas. Cogiendo sitio en previsión de que la sala se haría pequeña. Y así fue, muchas mujeres quedaron de pie, otras se sentaron en la alfombra, en los pasillos, en las escaleras que daban acceso al escenario, ocupando hasta el más mínimo espacio para poder escuchar a Kate. Y llegó, entre los aplausos y la emoción de las que la admiramos tanto. Una mujer pequeñita, mucho más mayor de lo que muestran las fotografías que hemos visto. Con pasito lento y apoyada del brazo de la directora general del Instituto de la Mujer, Laura Seara Sobrado.
Tras la bienvenida por parte de la directora, y unas breves introducciones de las académicas que la acompañaban en la mesa: Ana de Miguel Álvarez, Alicia Puleo y Marián López F. Cao, Kate tomó la palabra. A pesar del bajo volumen de los altavoces, la sala quedó en silencio y todas escuchamos a esta mujer de aspecto frágil y risueño que nos llevó a través de un largo recorrido sobre diversos temas: el capitalismo, las guerras y el pacifismo, la violencia hacia las mujeres, la banca, su granja, y mucho más. Con una sencillez y una picardía que hacían desaparecer su imagen de ancianita, con una vitalidad y sentido del humor inigualables. Durante un par de horas habló sobre muchas cosas, de forma amena, cálida, y sin el más mínimo atisbo de arrogancia. Las asistentes escuchamos cada palabra atentas, cautivadas por tener en frente a alguien como Kate Millett, que a sus setenta y seis años de edad aún sigue analizando el mundo que nos rodea, y que nos ha servido de ejemplo a tantísimas mujeres que hoy coincidimos en ese espacio frío que vibró con los aplausos, el cariño y la admiración que todas profesamos hacia un personaje de una importancia trascendental.
Foto de Yahui
Tras este encuentro podemos sentirnos felices, durante el espacio de unas horas compartimos el afecto y la vitalidad que sólo las mujeres podemos encontrar guiadas por ese a veces tan maltratado concepto de "sororidad". Porque muchas nos sentimos hermanadas, contentas, ilusionadas, y no nos importó estar apretujadas para escuchar a esta pensadora que se autodefine como "una trabajadora por los derechos civiles sin salario", y que instó a las jóvenes a seguir "incordiando" (making trouble). "Es bueno incordiar siempre, no mucho, ni muy poco, sino incordiar de una manera concentrada..." Así lo haremos Kate, porque te debemos tanto, a ti y a todas aquellas maravillosas feministas radicales que nos enseñaron tanto. Seguiremos incordiando a los poderes que nos oprimen y jamás nos podrán hacer callar.
Esperando a Kate Millet, con Elvira y María José.
Foto de Yahui, Ciudad de Mujeres.
En breve colgaré más imágenes del acto, pero como soy una "antigua" aún tengo que revelar algunas fotos... ) Mientras tanto si quieres ver más pincha aquí:
You lucky gal! kisses from down under... You know who
ResponderEliminarQue gran mujer y que gran comentarista
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